¿Alguna vez nos sentimos incapaces de solucionar un
problema? Justamente eso es la
Impotencia, significa: falta de fuerza o poder para
realizar una cosa o hacer que algo suceda.
Esto trae un dolor emocional por el hecho de no
poder cambiar una situación desagradable. En otras palabras, nos sentimos
impotentes cuando sabemos que los problemas son tan grandes, comparado con
nuestras fuerzas, que solo nos resta decir “No puedo”.
“Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme
un hombre que pelee conmigo. Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del
filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo.” 1 Samuel 17:10-11
Cuanto nos sentimos impotentes, nos vemos a nosotros mismos como
inferiores, sentimos temor y tal vez podemos llegar a turbarnos como le pasó al
pueblo de Dios. Entonces comenzamos a pensar que no podríamos librarnos de
aquella dificultad y que no hay solución posible para tal situación.
Cada día el gigante Goliat salía para amenazar al pueblo de Dios, HASTA QUE APARECIÓ ALGUIEN CON OTRO
PENSAMIENTO...
“Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y
jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de
los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.” 1 Samuel 17:45
La actitud de David frente al gigante FUE MUY DIFERENTE, porque aún
reconociendo que el gigante a enfrentar era muy fuerte, pero también sabía que mucho más poder y grandeza tenía su
Dios. Debemos entender que El
no nos ha llamado a luchar solos, es
posible que los problemas nos superen, ya que somos humanos, pero estos nunca serán más grandes que nuestro Dios.
“Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te
desamparará; no temas ni te intimides.” Deuteronomio 31:8
Tal vez estés atravesando una situación difícil, semejante a enfrentar
un temible gigante, este ya no se llama Goliat, sino que tiene distintos
nombres: enfermedad, deudas, adicciones, divorcio, depresión o como vos lo
quieras llamar.
Estos se presentan cada día a tu vida, atemorizándonos
y llenándonos de dudas acerca de nuestro futuro. Muchas veces ante estas situaciones,
nos podemos sientes pequeños, impotentes y sin fuerzas.
Si es así, te invito a que hagamos la siguiente
oración: “Señor, sé que solo no puedo, humanamente me siento pequeño delante de
este problema tan grande, quiero pedirte perdón por las veces que decidí ir
solo a la batalla, pero hoy te pido que me ayudes a pelear, a no escapar del
problema, sino a enfrentarlo y salir victorioso. Ahora sé que no voy solo a la
batalla, al igual que David diré: Gigante, yo vengo a ti en el nombre de Jehová
de los ejércitos.
Si
confiamos en Dios y le obedecemos, Él nos sorprenderá haciendo lo que con nuestras
fuerzas no podríamos.
Tomate
cuatro minutos más
Miralo desde arriba: Dios está atento a tus batallas. Creer que esto no es así nos aleja de la
posibilidad de llegar a la victoria. Conoce tus gigantes, pero sabe que con la
Fe puesta en Él vas a poder vencerlos ¡Él ya tiene para vos la victoria!
Miralo desde abajo: Desde este punto los gigantes se ven enormes. Es normal que te puedas
sentir amedrentado o temeroso ¡No dudes! Pedile a Dios ver cada problema desde
SU perspectiva. Cuando nos ponemos en ese lado, los gigantes comienzan a verse
más chicos.
Miralo desde Adentro: Hay varios
gigantes que logran conquistar nuestra mente, o nuestro corazón ¿Logras
identificar alguno? Estos quieren mantener tu mente cautiva, y es el primer
lugar que quieren sitiar. No tenés que dejarlos avanzar. Pedile a Dios que
renueve tu mente día a día, y te ayude a mantener una mentalidad de ganador.
Miralo hacia Afuera: Cuando empezamos a reconocer la victoria que tenemos sobre los gigantes, nos
convertimos en personas seguras, de Fe. La intención de Dios siempre es usarte.
Tené por seguro que esta batalla que hoy estás peleando, la vas a ganar, y no
solo eso, sino que vas a ayudar a otros que se enfrenten a este mismo gigante a
pelear sus batallas. Todo se siembra y se cosecha en el reino de Dios.