Un round más


En estos días me di cuenta que nunca dije buen día. Así que ¡Buen día para todos! ¡Este será un excelente día para vos y Dios!

Quisiera que te tomes este momento como muy íntimo. Es entre tu corazón y el de Dios. No hay nada más. No hay mentiras solo la verdad que conoces vos y el creador ¿Estás listo?

Pensando en la palabra de hoy, se me venía a la cabeza este relato bíblico:
Mateo 26: 31-35 “- Esta misma noche- dijo Jesús- todos ustedes me abandonaran, porque escrito esta: >Heriré al pastor, y se dispersaran las ovejas del rebaño<. Pero después de que yo resucite iré delante de ustedes a Galilea. –Aunque todos te abandonen- declaro Pedro –yo jamás lo hare”.

Y todos sabemos cómo termina la historia.

Hubo muchas veces en la vida, en las que me sentí como Pedro en ese momento. Momentos en los que le decía a Dios: “Si yo soy tuyo y no hay nada más hermoso que vos”, “Jamás te voy a dejar”, “Sos el tesoro más valioso de mi vida”; entre otras cosas.

Pero al igual que Pedro, mi declaración no duraba mucho tiempo, y lo primero que hacía era dejar a un lado al Dios que, hacía unos instantes, le había le declarado mi amor. Y luego de fallar de esa manera, lo que sentía en mi corazón era un peso incomparable y una tristeza de la que me costaba mucho salir.

Creo que el joven rico se debe haber sentido de la misma manera cuando escucho las palabras de Jesús ¿Te sentiste así alguna vez?

No quiero relatar la historia del joven nuevamente. Pero quiero que me acompañes con la imaginación (¡Acordate! Es bueno imaginarse la biblia).

El joven rico se fue triste y nunca más se volvió a hablar de él. Por lo menos en la biblia, pero ¿Qué crees que haya pasado con él? Yo imagino al joven caminando de camino a su casa, triste. Cuando de la nada le nace un pensamiento que le dice: ¿Qué hice? ¿Por qué le dije que no?

Ahí es cuando me imagino al joven, haciendo lo que haría todo cristiano comprometido como él. Arrodillarse y pedir perdón a Dios. Dejar que Dios restaure su corazón para tomar la decisión correcta y así cumplir su sueño y al fin encontrar la felicidad.  Yo creo que el joven un día vendió todo y se dedico a servir a Dios (Aclaro, es mi imaginación).

El punto es que, como el joven o Pedro, a muchos nos pasa que le hemos fallado a Dios y eso, quieras o no, siempre pesa en nuestros corazones.

¡Pero he aquí la buena noticia! ¡Dios está dispuesto a restaurarte y cumplir sus sueños en vos!

Ayer dijimos que hay cosas que nos toca a nosotros y otras a Dios. Este es el momento de dejarlo a Dios hacer lo que tiene que hacer. El te ama y lo que más anhela es tenerte a su lado. Él te hace apto para estar en su presencia y te libra de ese peso.

¡Hoy no tenés que hacer nada! Simplemente dejar a Dios remendar tu corazón para que un día, puedas decirle a Dios “Sí” con todas tus fuerzas, y que esa decisión sea inamovible ¡Ese día está cerca!

Juan 21: 15-17 (parafraseado): “Cuando terminaron de desayunar, Jesús le pregunto a Pedro: -¿Pedro me amas?  -Si señor tú sabes que te quiero- contesto Pedro. Jesús volvió a preguntarle: -¿Pedro me amas?  -Si señor tú sabes que te quiero. Por tercera vez Jesús le pregunto: ¿Pedro me quieres?  A Pedro le dolió que Jesús le preguntara tres veces, y le contesto: -señor, tu sabes todas las cosas. Tú sabes que te amo. Jesús le dijo –Apacienta mis ovejas.”

Hoy no tenés que hacer nada. Dios quiere restaurarte ¡Y devolverte todo! Quiere dejar en tus manos sus tesoros más preciados.

Hoy Dios te pregunta ¿Me amas?

Tomate cuatro minutos más

Miralo desde arriba: Dios no es como nosotros. Él cuando dice que se olvida, SE OLVIDA. No te mira con ojos de condenación cuando caes y fallas, te mira con ojos de misericordia ¡Su amor es incomparable!

Miralo desde abajo: El fallar nos llena de vergüenza, nos limita, nos convierte en limitados espirituales. Conocer que la gracia y la misericordia de Dios abundan nos permite tener la fortaleza para levantarnos y enfrentar cada error.

Miralo desde adentro: El diablo siempre trabaja señalando tu error. Echándote la culpa, por lo cual la culpa no viene de Dios. El arrepentimiento verdadero es el que viene de Dios y es el que trae verdaderos cambios a tu interior.

Miralo hacia afuera: El desánimo, la vergüenza, la tristeza, son consecuencias de errores que cometemos. Nos aíslan, cambian nuestro ánimo, cambian nuestra forma de relacionarnos con los demás. El recibir el perdón, y la restitución de parte de Dios, cambian totalmente nuestra forma de tratar con el exterior. Si estoy bien con Dios, estoy  bien con el resto. 

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